Los medios de comunicación noticiosos recientemente
se han hecho eco del anuncio concerniente a la canonización de Madre Teresa de
Calcuta. Con gran entusiasmo ha sido recibida esta noticia entre los feligreses de la
Iglesia Católica, una mujer que derramó su amor, dedicó su tiempo, su vida, para
servirle a pobres, enfermos, huérfanos y moribundos.
De igual manera, los mismos medios de comunicación
daban a conocer al mundo la “intensa
amistad” que sostuvo el cardenal Karol
Wojtyla con la Sra. Anna-Teresa Tymieniecka, cargada de toda “morbosidad”. Un hombre que una vez
siendo Juan Pablo II, se vistió de toda humildad y con hecho predicó el perdón
de Cristo al visitar en la cárcel de Rebibbia a Mehmet Ali Agca, quien atentó
contra su vida.
Una mujer sorprendida en adulterio
fue traída frente a Cristo por los escribas y fariseos para tentarle. Mientras Él
escribía en tierra con el dedo, a la insistencia de aquellos, se enderezó y le
respondió que quien esté libre de pecado lance la primera piedra y a la mujer
le dijo: “vete y no peques más”.
La Madre Teresa, recibió como
premio a su amada labor el premio Nobel de la Paz, sin lugar a dudas merecedora.
Pobres, enfermos, huérfanos y moribundos solo han recibido una mención de forma
general dado el trabajo de esta mujer y de los cuales, cada vez abundan más.
Juan Pablo II, por otro lado,
mostró antes los ojos del mundo amor por aquel que quiso privarlo de su vida. La
morbosidad de los medios de comunicación no tiene el valor de olvidar aquella “mancha negra” y ver el gran mensaje de perdón de este
hombre.
¿Que escribía Cristo en la arena
ante la situación de la mujer adultera y los escribas y fariseos? Qué fácil es
juzgar y cuán difícil es reconocer un acto de amor y compasión como el mostrado
por Cristo. La noticia debería ser facilitar la existencia de más Madres Teresas,
de mostrar compasión antes las situaciones adversas en que viven tantos seres
humanos en un mundo cada vez más materialista. Quizás la noticia seria un llamado
al perdón entre los hombres y acercarnos más, venciendo la barrera del orgullo,
el odio y el desenfreno en que se vive.
No hemos materializado tanto que ni
siquiera nuestra conciencia nos acusa. La sociedad está presta más a la
morbosidad de los titulares que al hecho humano que lo destaca. Mientras más
morbosa sea el titular más ventas y beneficios generará.
La noticia debe ser el mensaje de
Cristo.